¿Qué talla era en realidad Marilyn Monroe?

Marilyn Monroe probablemente es al día de hoy, uno de los referentes de belleza femenina más importantes de nuestra cultura. Sin embargo, al parecer ya no se le ve de la misma manera, ni se le aprecia como tal. ¿La razón? Su talla.

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Una modelo de talla “grande”

Cuando a la edad de 19 años Marilyn firmó su primer contrato con una agencia de modelaje llamada Blue Book, sus medidas eran 91-60-86, medía 1.67 m, pesaba 53 kilos y era talla 12 según los registros.

Estas medidas se encontraban en el promedio que se solicitaba en ese entonces, sin embargo, en la actualidad rebasa por unos cuantos kilos el promedio requerido por las agencias.

“El mito de que Marilyn sería hoy considerada una talla grande se ha vuelto un grito de batalla en la guerra cultural sobre la imagen femenina.

Esta idea de que la mujer más sexy del mundo sería considerada gorda, se ha repetido sin bases en cientos de artículos y libros” señala Jessica Seigel.

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El antes y el ahora en cuanto a tallas

Parte de la creencia de que “Marilyn era gorda” es que las tallas utilizadas en aquella época difieren a las usadas actualmente, ya que antes de la Segunda Guerra Mundial, en Estados Unidos, la ropa de mujer se producía con la misma mentalidad que la ropa de hombre, teniendo como única variación la medida del pecho.

Antes las mujeres tenían la necesidad de modificar la ropa a mano para que les quedara bien, pero hoy muchas veces resulta más fácil comprar algo nuevo.

Lo que trajo consigo el cambio de las tallas -considerar ahora el cuerpo entero- para facilitar la compra de ropa y que no se necesitará modificaciones.

¿Entonces qué talla sería?

En el registro aparecen medidas como 8 y 12, pues la actriz poseía un busto grande y unas caderas bastante delgadas. Actualmente, las tallas de Marilyn oscilarían entre 4 y 6.

Sin embargo, como hemos visto actualmente, las tallas permitidas por los grandes diseñadores son la 1, 2 y 3.

Entonces es dónde muchas de nosotras alzamos la voz para decir que es hora de replantear nuevamente nuestros estándares de belleza o retomar los “clásicos” ¿no?

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