El hipo es una sensación que puede resultar muy molesta ya que prácticamente nos impide terminar cualquier palabra u oración y si eres de las personas a las que le sucede esto constantemente, aquí te damos algunos consejos y tips eliminarlo.
¿Qué es?
El hipo es una contracción que se produce involuntariamente en el músculo del diafragma de forma brusca, llegando a afectar a nuestras cuerdas vocales, que nos obligan a emitir el típico sonido que caracteriza al hipo: hip, hip.
¿Por qué se produce?
- Tomar alimentos picantes.
- Comer rápido y en cantidades excesivas.
- Consumir bebidas con alcohol y con gas.
- Cambios de temperatura bruscos.
- Estar sometidos a una situación de estrés o que nos provoquen muchos nervios.
- Algunas enfermedades como la pleuresía o la neumonía.
- Tener irritada la garganta o el estómago.
- Inflamaciones respiratorias.
Consejos para aliviarlo
- Beber un vaso de agua fría o chupar un cubo de hielo, ya que estimula los nervios del tórax.
- Aguantar la respiración lo máximo que consiga o respirar dentro de una bolsa de papel, ya que aumenta los niveles de CO2 en la sangre y estimula el sistema nervioso.
- Respirar profunda y lentamente, para estirar el diafragma y los músculos de la respiración.
- Agarrar un susto o reírse bastante, porque libera adrenalina que interfiere en el funcionamiento cerebral y estimula los nervios musculares.
- Beber un poco de agua con el cuerpo inclinado hacia delante o hacia abajo, ya que esto relaja el diafragma.
- Taparse la nariz y hacer fuerza para soltar el aire contrayendo el tórax, para que también se estimulen los nervios del tórax.
- Comer una cucharada de azúcar, miel, limón, jengibre o vinagre, ya que son sustancias que estimulan las papilas gustativas, sobrecargan los nervios de la boca y ocupan el cerebro con otros estímulos, haciendo relajar el diafragma.
Cómo parar el hipo persistente
El hipo persistente o crónico es aquel que dura más de 2 días, en estos casos se recomienda consultar al médico general para que se investiguen las posibles causas, que pueden ser: infecciones, inflamaciones o enfermedades gastrointestinales. Una vez descubierta la causa el médico orientará el mejor tratamiento.
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