A primera instancia, Frida Kahlo respondía a todo menos al prototipo de ícono de moda –y belleza- del siglo pasado.
Hoy la situación es diferente, a pesar de las diferencias físicas e ideológicas que tenía con los grandes íconos, la pintora se ha convertido en un referente estilístico que genera una fascinación enorme, únicamente comparada con la de Marilyn Monroe.
Esta faceta, al día de hoy se encuentra igual de vigente que su legado artístico y cultural. A diferencia de, por ejemplo Coco Chanel, Frida no cuenta con una marca que invierte miles de dólares para mantenerla vigente, todo lo contrario, es musa capaz de inspirar hasta al más clásico de los diseñadores.
La moda inspirada en Frida Kahlo
Jean Paul Gaultier, John Galliano, Dolce & Gabbana, Alexander McQueen, Karl Lagerfeld, Moschino, por nombrar algunos diseñadores han captado la esencia de la pintora en al menos una colección.
Vogue, Harper’s Bazaar o Vanity Fair, han ataviado a las modelos con trajes alusivos a la su estilo para muchos de sus editoriales.
Las referencias han sido muchas e incluso en la cultura popular: Beyoncé, Salma Hayek, Claudia Schiffer, Milla Jovovich, se han caracterizado, incluso Coldplay se inspiró en el último cuadro que pintó para el título de su álbum “Viva la Vida”.
Feminista y femenina
Homenajes bastante merecidos. Frida fue una mujer visionaria, adelantada a su tiempo y que sentó las bases de la moda actual.
Fue una mujer feminista y femenina al mismo tiempo, esto lo logró haciendo gala de los más delicados bordados o flores en el pelo al tiempo que demostraba constantemente un carácter enérgico, reivindicativo y osado.
Su estilo sentó las bases de la moda contemporánea. Optaba por utilizar prendas denominadas vintage o extremadamente económicas con prendas caras y de lujo.
Conjuntaba sus trajes de oaxaqueña con encajes, puñetas españolas y tafetanes europeos heredados de la familia de su padre que era alemán.
Cejas más llamativas
También creó una seña de identidad tan fuerte que continúa generando fascinación más de 60 años después de su muerte.
Tras su muerte en 1954, Diego Rivera colocó todos sus objetos personales en el baño de la famosa Casa Azul en la que la artista nació, vivió y murió.
Cuando se abrieron sus puertas, gracias a la exposición “Las Apariencias Engañan” bajo la dirección de la edición mexicana de Vogue en 2012, además de ropa, cartas y documentos, apareció un lápiz negro de la marca Revlon con el que pintaba sus cejas para hacerlas aún más pobladas y llamativas.
Aunque suene imposible de creer, fue pionera en la redefinición del concepto de belleza y feminidad: aceptó su físico y además de artista, era esposa, activista, comunista y atea.
En 1937 fue portada de Vogue en 1937 y posó en más de 800 fotografías disparadas por los mejores fotógrafos de moda en aquel entonces.
Nunca fue su prioridad la vanidad, la moda y la belleza, sin embargo, logro todo eso gracias a su personalidad avasalladora y su amor hacía el México lleno de colores y folclor que muchos extranjeros han envidiado y admirado desde los años de Frida hasta la fecha.
Ella se enorgullecía de su nacionalidad mexicana y sobre todo lo que diferenciaba a su país; subo saber usar lo más bello, logrando ganar la admiración de propios y extranjeros.