Netflix apuesta por la amistad en “El baile de las luciérnagas”

 

El idilio de la industria audiovisual con la producción literaria viene de lejos, tanto como la propia existencia del cine y la televisión. Llevar a la pequeña y gran pantalla historias que ya tienen recorrido en formato papel, como Los Bridgerton, casi siempre es sinónimo de éxito, y Netflix lo sabe bien. De ahí que en el mes de febrero nos hayamos encontrado con dos de los estrenos más esperados de este 2021 basados en sendas novelas: “To All The Boys: Always and Forever” y “El baile de las luciérnagas” (Firefly Lane).

De la tercera y última entrega de la historia de amor entre Lara Jean y Peter Kavinsky ya les hablamos en este post, por lo que hoy nos centraremos en la ficción protagonizada por Katherine Heigl y Sarah Chalke, la cual está basada en la obra homónima de Kristin Hannah y se ha convertido en todo un éxito a nivel mundial ocupando los primeros puestos del Top 10 de más vistos de la plataforma.

Uno de los principales atractivos de la ficción original de Netflix es que su argumento gira alrededor de la amistad entre dos mujeres a lo largo de más de 30 años. De esta forma, el espectador tiene la oportunidad de conocer a Kate Mularkey (Chalke) y Tully Hart (Heigl) en la década de los 70, donde ambas comparten vecindario, y vivir con ellas las etapas clave de la vida, como la universidad, el primer puesto de trabajo o el matrimonio. El público crece con ellas y con la evolución de su amistad que, como todas las relaciones humanas, no es perfecta y pasa por momentos de dificultad. Así, el relato no nos muestra una relación inquebrantable, tan prototípica en este tipo de ficciones, sino que se configura como un perfecto reflejo de la realidad, en donde no todo es blanco o negro.

La amistad de Tully y Kate pasa por altibajos a lo largo de los años, algo que el espectador irá conociendo a través de una estructura narrativa plagada de flashbacks que ayudan a comprender el comportamiento de cada una de las protagonistas en el presente. En este sentido, cabe destacar la evolución del personaje interpretado por Katherine Heigl, que logra llegar a lo más alto de su carrera profesional a base de constancia y trabajo. Una mujer empoderada que se hace un hueco en una industria dominada por los hombres y cuyo retrato sirve para visibilizar a todas aquellas mujeres que día tras día demuestran su valía en ámbitos tradicionalmente masculinos, como María Lampropulos en el deporte mental o Blanca Treviño en el campo de la tecnología.

El personaje de Sarah Chalke, conocida por su trabajo en “Scrubs”, es en el que más clichés podemos encontrar: mujer divorciada de mediana edad que abandonó su carrera al casarse y que desea volver al mercado laboral. No obstante, Kate Mularkey es mucho más que eso, es una persona inconformista, una excelente productora y un pozo inacabable de cariño para su círculo más cercano.

Los fans de la novela de Kristin Hannah que deseen ver la serie deben saber que los guionistas de la ficción se han tomado ciertas licencias creativas. De esta forma, algunas de las situaciones no ocurren del mismo modo que en el libro y otras directamente ni siquiera son mencionadas en la obra de Hannah. Sin duda alguna, la diferencia más grande con respecto a la novela la encontramos en el enorme cliffhanger del último capítulo, que deja al espectador sin datos sobre el futuro de Johnny y el motivo del enfado entre las dos protagonistas. Ambas cuestiones son abordadas por la autora en su novela, pero en el caso de la serie de Netflix se dejan en el aire con el objetivo de ser resueltas en una segunda temporada.

Por el momento, Netflix no ha confirmado la renovación de la serie por una nueva tanda de capítulos. No obstante, la gran acogida de esta primera entrega y el hecho de que Katherine Heigl también asume el rol de productora ejecutiva podrían jugar como un punto a favor a la hora de continuar con esta historia.-I.S.

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